25/Feb/2016
Hace unos días que mi empresa cumplió (de manera oficial, que antes ya estábamos trabajando) un par de años de vida. Es decir, que ni siquiera hemos pasado el ecuador de lo que se supone será su tiempo de vida máximo, según las estadísticas. Aún así, 24 meses de trabajo fuera del espejismo de la zona de confort que es tener una nómina por cuenta ajena dan para mucho; he aprendido un montón de cosas, de esas que ya hacen que merezca la pena haber recorrido el camino.
Aquí te dejo algunas de ellas, igual te pueden ayudar:
Tiene sentido, ¿no? Pues la realidad es todavía más cruda. Porque no importa lo bueno que seas en tu trabajo, lo increíble que sea tu producto o toda tu experiencia/portfolio con la que vengas. Si no sabes vender, estás jodido. Y me refiero a cosas como el lenguaje corporal, la estrategia, manejar los tiempos, entender los diferentes perfiles de cliente, trabajar tu empatía, fomentar tu capacidad de adaptación, saber decir no cuando tienes que decirlo y tragar cuando toca.
Todo esto, también es vender. De hecho, la venta va más de esto que de ponerse guapo y sonreír cuando empieza una reunión. Ser buen vendedor es muy complicado, yo no lo soy, y mi empresa lo está notando. Pon remedio a esto y sobre todo monta un SISTEMA de venta lo más eficaz posible. Cuando creas que lo tienes, ponte a mejorarlo aún más.
Decir «no» es una herramienta de mejora, no un gesto insolente. Es un pasito hacia adelante, no una mala acción empresarial. Negarte a trabajar con algún cliente, sin importar a veces las razones, te permite ser un empresario. Si aceptas todo lo que se te ponga por delante, cualquier condición por mala que sea, sigues siendo un trabajador por cuenta ajena, solo que ahora tu jefe ha cambiado.
No consideres el elegir los proyectos en los que trabajas como un lujo, sino como algo natural. De hecho, debe ser uno de tus primeros objetivos cuando emprendes y te lanzas a tener tu propia compañía. Nada de aceptar cualquier cosa a cualquier precio. Si tienes un producto dirigido a clientes que no pueden pagarte, es que te has equivocado.
Una buena comunicación (junto con las ventas) es una de las habilidades básicas que cualquier profesional debe tener en el mercado actual. No importa quién seas si no lo explotas; y esto solo ocurre cuando lo comunicas correctamente. Esto implica elegir bien el mensaje, por supuesto, pero también el canal, el estilo y la planificación.
Tú como profesional debes ser una máquina presentando, explicando y argumentando conceptos. No importa si es para convencer a un cliente o para exponerte ante un medio de comunicación. Tienes que enganchar a tu interlocutor, ya sea el público de una conferencia de 500 personas o el que se te acerca en un pequeño evento de networking. Enamorarlos a todos, comunicar bien lo que quieres, te garantiza recorrer la mitad del camino.
La foto que acompaña este post es la de los Doce Apóstoles, una playa impresionante que está en Australia, a hora y media más o menos de Melbourne.
Poco después de arrancar mi agencia, programé un viaje de un mes para ver a mi hermano, que estaba pasando unos meses en Australia. 36 horas después de llegar, se presentó la «gran oportunidad» de cerrar un cliente muy importante, muy potente, de esos que te dan de comer para mucho tiempo y que cualquiera querría tener en su portfolio. Así que dos días después de llegar dije adiós a mi hermano y me volví a Madrid para firmar el contrato.
Un mes después de esto, y por causas ajenas a nosotros y a ellos, el proyectos se canceló. Perdí un viaje impresionante por un país como Australia con mi hermano, y perdí ese cliente.
Nunca más me volverá a pasar algo así.
A la larga, sacrificar algo personal por cuestiones de trabajo no sale rentable. Puede que en el corto plazo sí, pero el momento de arrepentirse llegará. De hecho, estoy convencido de que estaría arrepentido igualmente aunque todo hubiera salido bien y el cliente siguiera pagándonos hoy en día.
¡A por dos años más!
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